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Hombre, Ciencia y Tecnología ISSN: 1028-0871 Vol. 23, No. 4, octubre-diciembre pp. 26-34, 2019 Introducción.
Los actuales sistemas de producción pecuarios, en la mayoría de los países industrializados, compiten directamente con las necesidades humanas. Hoy la ganadería casi consume el 50 % de los suministros mundiales de cereales; para cumplir las necesidades de alimentos para el 2050, es necesario desarrollar sistemas de producción pecuarios que no dependan de los cereales, Preston, (2017).
La producción animal como parte de la actividad agraria, debe proyectarse en correspondencia con el contexto internacional antes descrito, necesita de enfoque interdisciplinario e integral, basado en cuatro pilares fundamentales, los cuales son: tecnológicos, económicos, ambientales y socio-políticos, Machuca, (2017).
Los sistemas de producción de leche en el trópico dependen de los pastos en la época lluviosa y los forrajes y sus formas conservadas en el período seco o poco lluvioso. En este último, el uso de los subproductos de industrias y los residuales de cosechas representan una fuente importante para cubrir los déficits alimentarios motivados por la escasez de pastos, Senra, (2014).
En un sistema de producción agropecuaria, la sustentabilidad es producir suficiente alimento de alta calidad, proteger y reforzar el suelo, el agua y otros recursos naturales, construyendo una economía sólida. Los sistemas de producción sustentables simulan naturalizar para crear una agroecología donde la biodiversidad es alta, se reciclan los nutrientes de la planta, el suelo es protegido de la erosión, el agua se conserva y no se contamina, la labranza se minimiza y la producción de ganado se integra con las plantas perennes y cosechas anuales, Earlos, (2015). La carne ovina es una importante fuente de proteína animal generalmente de bajos insumos para su producción y buena adaptabilidad a distintos climas, Borroto et al., (2014); Cuéllar et al., (2014).
Las prácticas ganaderas inadecuadas han provocado los bajos rendimientos productivos, en las fincas donde se aplican técnicas extensivas de producción y no se garantizan la alimentación de los animales en explotación, por lo que disminuye la producción y aumenta el deterioro ambiental, no existiendo una tecnología sostenible que facilite el incremento de la masa ganadera que permita una producción ascendente de leche y carne, Benítez, (2017).
La mayor parte de la producción ovina de esta región son pequeños rebaños que se destina fundamentalmente para satisfacer las necesidades alimentarias y económicas de la familia mediante el consumo de carne y la venta de animales para el mercado, actividades festivas y religiosas. Otra parte está compuesta por productores con mayor número de animales (mediano y grandes rebaños) y con mayor grado de desarrollo y organización de la producción, que destinan sus animales al mercado, a la industria y como reproductores, Perón, (2015).
En este contexto, la producción ovina en esta región ocupa uno de los últimos lugares en relación con otros tipos de producciones pecuarias en cuanto a productividad, eficiencia productiva e impacto social y económico, Perón, (2015).