Hombre, Ciencia y Tecnología ISSN: 1028-0871 Vol. 26, No. 4, oct-dic, p.1-8, 2022
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Introducción
El cultivo de caña de azúcar es una de las más importantes actividades económicas en
varios países, brinda las características fundamentales para el desarrollo social y seguridad
alimentaria de los pueblos ya que es considerado un cultivo económicamente viable y auto
energético (Aguilar Rivera, N., 2014). A nivel mundial existe una superficie de 26´777.041
hectáreas destinadas al cultivo de caña de azúcar, con una producción anual de
1.949´310.108 toneladas; y en Ecuador se encuentran registradas alrededor de 121.812
hectáreas destinadas a este cultivo con una producción de 9´257.700 toneladas/año
(FAOSTAT, 2019).
La industria azucarera se considera como una de las más antiguas del mundo, estas
industrias, se construyeron sin tener en cuenta el volumen y el impacto de algunos residuales
líquidos, que se caracterizan por ser altamente agresivos y tóxicos. Las consecuencias de las
decisiones tomadas han traído enormes daños al medio ambiente, los que en la mayoría de
las veces son irreversibles (Hernández-Baranda et al. 2018). Entre los residuos
agroindustriales más significativos encontramos bagazo, cachaza, aguas residuales de la
fabricación de azúcar, vinazas de residuos alcohólicos, entre otros (Basanta R. et al., 2007).
La vinaza es obtenida como residual resultante de la destilación de alcohol, cuya disposición
final no tiene un adecuado tratamiento, en promedio se generan 10 a 15 L de vinaza/L de
alcohol producido ((Torres et al., 2019). En tanto que las aguas residuales de la fabricación
de azúcar provienen principalmente del lavado de la caña de azúcar, agua de alimentación a
calderas, estaciones de evaporación, refinación, limpieza, etc. (Viracucha Ortiz, S. M. 2012).
Estos subproductos frescos de la industria azucarera incorporados al suelo generan un
impacto negativo sobre las plantas debido a que estos efluentes se caracterizan por
presentar altas temperaturas, pH ácido, elevada concentración de DQO (demanda química
orgánica), sólidos totales (Sandoval Rojas M.E. 2016). Por otro lado, la gestión no eficiente
de estos residuales conlleva muchas emisiones de CH
4
, H
2
S, CO
2
, y otros compuestos
contaminantes de los suelos y fuentes de agua. Esta contaminación afecta a las especies
vegetales circundantes en el área. En otro nivel, estos desechos afectan en el aspecto
socioeconómico y urbanístico de las zonas circundantes a los ingenios azucareros (Chanfón
& Lorenzo, 2014).
Cabe aclarar que estos residuos de la agroindustria azucarera pueden ser aprovechados
generando un efecto positivo en la calidad del suelo y el rendimiento agrícola de los cultivos,
siempre que se le otorgue un tratamiento o procesamiento adecuado a los residuales (Días
B. et al., 2010). La aplicación de vinaza beneficia principalmente propiedades físicas,
químicas y biológicas del suelo (Quiroz 2013). En adición, Santos M 2007 menciona que una
solución alternativa para estos residuales podría ser, su utilización como complemento en la
elaboración de compost incrementando contenidos de MO, fósforo, potasio asimilable, siendo
además una forma de reducir los costos de distribución, aplicación, y a la vez otorgarle valor
agregado a estos residuales.
Sin embargo los estudios se centran en aplicaciones de residuales pre tratados o
compostados en cultivos anuales como las plantaciones cañeras, por lo que en base a lo
expuesto anteriormente y a la poca información sobre pruebas biológicas con este tipo de
residuales (vinaza y aguas residuales de la fabricación de azúcar), el presente trabajo se
ejecutó con el objetivo de evaluar la fitotoxicidad de estos residuales a partir de bioensayos
con semillas de lechuga, tomate y rábano, con los resultados obtenidos en el presente
estudio se podría recomendar diversificar el uso de estos residuos.