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Hombre, Ciencia y Tecnología ISSN: 1028-0871 Vol. 25, No. 4, oct-dic. pp. 112-121, 2021 extensas empresas estatales dedicadas básicamente a producción especializada agrícola

(Arias y Leyva, 2017).

A partir de la entrada al “Período especial ”, en los años 1990, los productores de cocotero pasaron de una agricultura de altos insumos, hacia una agricultura tradicional. Lo anterior provocó disminución de los rendimientos y afectación en la economía de los productores, los cuáles no contaban con el capital necesario para invertir en las áreas, que les permitiera tener una disciplina tecnológica (Alvarado y col., 2013). A pesar de las condiciones de escases imperantes en el país, el instructivo técnico del MINAG del año 1998 propuso también una atención al cultivo basada en el empleo de costosos insumos.

Posteriormente en el instructivo técnico de Cuba, Ministerio de la Agricultura (2011) aparecen algunas alternativas adaptadas a las condiciones y la cultura del productor de coco. Entre ellas el empleo de los viveros convencionales que disminuye el período de obtención de las posturas, la utilización del abonado orgánico en el vivero, así como el empleo del cultivo intercalado en las plantaciones. No obstante, faltó profundidad en la información que le permitiera al productor aplicar las técnicas propuestas. Después del triunfo de la Revolución y hasta finales del siglo XX, las principales investigaciones sobre el cultivo fueron desarrolladas por el Instituto de Investigaciones de Frutales Tropicales, abarcando principalmente las temáticas, caracterización de variedades y ecotipos, leguminosas silvestres asociadas al cultivo y sanidad vegetal, esta última en conjunto con el laboratorio provincial de sanidad vegetal.

Con la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) en los años 90, se formularon un conjunto de medidas que pusieron el énfasis en la innovación y resaltaron el papel de las instituciones de investigación en la recuperación económica del país (Núñez y Montalvo, 2015). Es así como en el año 2002, se le da la tarea al Centro de Desarrollo de la Montaña de la presentación de proyectos de I+D para el cultivo del cocotero. La naturaleza práctica y compleja de los problemas a emprender abre paso a la transdisciplinariedad, que exige la incorporación de la diversidad intelectual (Núñez, 2018). Por lo que fue necesario incorporar otras instituciones como la Dirección Provincial de Meteorología, la UCTB Suelos Guantánamo, la Facultad Agroforestal de la Universidad Guantánamo, el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA), el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas y el Instituto de Ciencia Animal.

De esta manera se iniciaron investigaciones, con el fin de generar tecnologías agroecológicas que respondieran al contexto social imperante con incremento de los rendimientos agrícolas. Se trabajó en la caracterización socioeconómica y sociodemográfica, la zonificación agroecológica, el estudio de plagas asociadas al cultivo, aprovechamiento de los subproductos (Harina y fibra) y respuesta de variedades en el municipio Baracoa.

En diagnósticos realizados por Blanco (2007), FAO (2010), Alvarado y col. (2013), INIE (2018) se determinaron varias problemáticas que afectan la producción cocotera en la región. Se estimó que alrededor del 5 % de las familias en Baracoa tienen a la industria del coco como su fuente principal de ingresos. Sin embargo, el potencial de esta industria en lo que se refiere a su contribución a la economía agrícola del área y los ingresos de los productores y otros involucrados en él, no se ha explotado adecuadamente ni en diversidad, ni en calidad. Se conocieron otros aspectos de interés como el paulatino envejecimiento de la fuerza productiva, que pone en peligro la cultura cocotera de la región. La baja escolaridad y la escasa o nula formación de los pequeños productores y los decisores en aspectos técnicos, económicos y administrativos, así como los precios poco estimulantes.