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Hombre, Ciencia y Tecnología ISSN: 1028-0871 Vol. 24, No. 4, oct.-dic. pp. 100-109, 2020 Introducción.

Los diferentes sistemas de producción porcina del mundo actual se suelen ver afectados por diversos tipos de enfermedades. Así, en el caso de la cría de cerdos en unidades de producción de pequeña escala, donde la inversión en salud animal suele ser escasa, los medios de vida de los productores de subsistencia se ven amenazados por enfermedades previsibles contra las que es difícil lograr un control eficiente, en las explotaciones industrializadas de gran escala, estas enfermedades pueden controlarse mediante la mejora de la bioseguridad y las medidas de prevención, si bien la mayor densidad de animales existente incrementa el riesgo de aparición de otras enfermedades y síndromes (WHO, 2002).

La mayor pérdida económica en las granjas porcinas ocurre en las crías, sobre todo en la etapa neonato, causada por las diarreas, un síndrome complejo, cuyo origen está enmarcado en factor: etiológico, ambiental y ecológico (Greiner et al . 2017). Los trastornos diarreicos, clínicamente suele presentarse a partir de las 12 horas (h) post-parto, y se caracteriza por excreción de heces acuosas y profusas, deshidratación progresiva, acidosis y en casos severos, muerte en pocos días, fundamentalmente cuando existen infecciones bacterianas (Leitão et al . 2017).

Casula y Cutting (2002), plantean que la productividad y salud animal está ligada a la existencia o no de microorganismos patógenos en su tracto digestivo. Hasta muy recientemente, el uso de promotores de crecimiento de tipo antibiótico ayudaba a controlar el crecimiento de estos microorganismos patógenos y a mantener un equilibrio deseable en la flora intestinal. La prohibición o restricción de uso de muchos de estos aditivos ha llevado a la búsqueda de nuevas alternativas entre las cuales se encuentran los probióticos.

Los probióticos son bacterias residentes que forman colonias en el tracto gastrointestinal (TGI), vaginal y en la boca. Estas bacterias representadas por Lactobacillus acidphilus , Lactobacillus vulgaris , y otros microorganismos beneficiosos, son la primera línea de defensa del cuerpo contra los microorganismos potencialmente dañinos que se inhalan o se ingieren (Casula y Cutting, 2002).

Estas bacterias probióticas son consideradas como los guardianes del cuerpo por ser residentes del mismo y ayudar a prevenir una amplia gama de enfermedades (Lori Kopp- Hoolihan, 2001). Se ha definido, también, que un probiótico corresponde a la preparación de un producto que contiene microorganismos viables en suficiente número que altere la microflora por implantación o colonización, mejorando el comportamiento del huésped y provocando efectos beneficiosos sobre la salud y la producción del mismo. Los microorganismos que constituyen los probióticos son principalmente bacterias capaces de producir ácido láctico, que son las más conocidas, pero también se incluyen bacterias no lácticas, levaduras y hongos. El concepto del uso de los microorganismos que ayudan a la digestión, absorción y aprovechamiento de nutrientes y a la integridad y desarrollo de la mucosa intestinal ha sido una inquietud científica y práctica tanto en el hombre como en los animales.

Según González (2019) Las observaciones diarias, unido al manejo sistemático de la masa porcina con diferentes alternativas para mejorar la salud animal, han dado al traste con buenas prácticas y relevantes trabajos científicos utilizando los microorganismos eficientes y los probióticos por su elevada acción contra microorganismos patógenos, el mejoramiento de la capacidad de absorción de nutrientes que estos muestran una vez establecidos en el estómago y los intestinos de los cerdos en diferentes categorías de desarrollo, y las bondades que estos muestran a la protección y cuidado del medio ambiente exigen su utilización.