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Hombre, Ciencia y Tecnología ISSN: 1028-0871 Vol. 24, No. 4, oct.-dic. pp. 48-55, 2020 Introducción.
Para lograr los ambiciosos objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la economía mundial tiene que ser dinámica e inclusiva. En medio de prolongadas disputas comerciales y de una gran incertidumbre política, en el último año diversos aspectos de la economía mundial se han deteriorado considerablemente, La Crisis Financiera Mundial del 2008 al 2009 tuvo como antecedentes que los EEUU tras los atentados del 11 de septiembre de 2011 apostó por la desregularización de los mercados, la bajada de los impuestos y de los tipos de interés lo que incrementó el crédito provocando una burbuja en el sector inmobiliario por el otorgamiento discriminado de créditos a empresas y a particulares que la solvencia era considerada de alto riesgo el cual trataban de cubrir con tipos de interés más altos y más gastos en comisiones bancarias. Los problemas que generó el impago de los créditos subprime dentro de la economía local y global desencadenaron la crisis debido al volumen total que representaron sobre el total concedido.
El crecimiento del producto mundial bruto se redujo al 2,3 % en 2019, el nivel más bajo desde la citada crisis financiera mundial de 2008-2009. Esta desaceleración se produce al tiempo que se acentúa el descontento con la calidad del crecimiento económico desde el punto de vista social y ambiental, en un contexto de desigualdades generalizadas y una crisis climática creciente.
De todo lo anterior sumamos que el impacto súbito y generalizado de la pandemia del coronavirus y las medidas de suspensión de las actividades que se adoptaron para contenerla han ocasionado una drástica contracción de la economía mundial que, según las previsiones del Banco Mundial, se reducirá un 5.2% este año. De acuerdo con la edición de junio de 2020 del informe perspectivas económicas mundiales del Banco, sería la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial y la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita. A raíz de las graves distorsiones a la oferta y la demanda internas, el comercio y las finanzas, se prevé que la actividad económica de las economías avanzadas se contraerá un 7% en 2020. Se espera que los mercados emergentes y las economías en desarrollo (MEED) se contraigan un 2.5 % este año, su primera contracción como grupo en al menos 60 años. La disminución prevista en los ingresos per cápita, de un 3.6%, empujará a millones de personas a la pobreza extrema este año, los efectos están siendo particularmente profundos en los países más afectados por la pandemia y en aquellos que dependen en gran medida del comercio internacional, el turismo, las exportaciones de productos básicos y el financiamiento externo. Asimismo, la suspensión de las clases y las dificultades de acceso a los servicios primarios de atención de salud probablemente tengan repercusiones a largo plazo sobre el desarrollo del capital humano.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha modificado sus pronósticos para los resultados de la región en este año. Originalmente pesimistas se hacen más lúgubres como secuela de la pandemia de la covid-19 que azota el planeta. Las causas directas serían el desplome del precio de las materias primas (especialmente el petróleo), la caída del turismo internacional, la disminución de las remesas y en general la contracción que ya se aprecia en las economías de los principales socios de los países de la región.