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Hombre, Ciencia y Tecnología ISSN: 1028-0871 Vol. 24, No. 2, abril-junio pp.116-125, 2020 Introducción.

Existe una periodización académica que advierte sobre el camino recorrido en las últimas décadas por los estudios que tienen a las mujeres como sujetos de investigación. Las desiguales líneas en torno al género y el medio ambiente que han acaecido en el discursar del tiempo: ecofeminismo; mujeres y medioambiente; género y desarrollo sostenible; han alcanzado que la igualdad de género forme parte de las estrategias y políticas ambientalistas, facilitando que sea parte de una complicada analogía entre ambos enfoques. La agregación de la perspectiva de género a la gestión ambientalista cuenta con un extenso cuadro legislativo internacional y nacional.

En las décadas del 70 y 80 se comenzó a visualizar, poniendo paulatinamente en la agenda pública la violencia contra las mujeres, a partir principalmente de la acción de los movimientos de mujeres y feministas. Así, el contexto con que se enfrenta la década del 90 en la región, está marcado, en el plano internacional, por la incorporación del tema de la discriminación en contra de las mujeres en las agendas de Naciones Unidas, a través de la realización de Conferencias Mundiales y la instauración del Decenio de la Mujer, (Delgado, Aguar, Castellano & Castillo, 2006).

Esta problemática, aunque asume matices diferentes de una sociedad a otra se convierte en universal porque aún en estos días el mundo sigue recogido, la posición del género femenino mayoritariamente continúa estando supeditada a la voluntad del otro género, (Russo, Koss & Ramos, 2000).

La violencia como un problema social y de salud afecta a todos (as) sin distinción de país o de clases sociales. En sus múltiples manifestaciones adopta habitualmente la forma de roles complementarios: hombre – mujer, padre – hija, (Artiles, 2015). Violencia es un concepto de múltiples dimensiones y connotaciones, tiene que ver con la utilización de la fuerza física o de la coacción psíquica o moral por parte de un individuo o grupo en contra de sí mismo, de objetos, o de otra persona o grupo de personas, ocasionando la destrucción o daño del objeto, la limitación o la negación de cualquiera de los derechos establecidos de la persona o grupo de personas víctimas. Tal utilización de la fuerza obedece generalmente a la determinación de mantener, modificar o propiciar la desigualdad de los derechos, lo que caracteriza a la violencia como una actividad esencialmente humana, (Commonwealth Secretariat, 2015).

La violencia contra la mujer es un proceso de dominación sustentado por el sistema de género, como estructura que determina el rol social de hombres y mujeres en un contexto determinado cuya trasgresión es respondida con agresión, (Proveyer, 1999).

Género es un término que categoriza las distintas funciones, oportunidades y limitaciones de los hombres y las mujeres según lo determina la sociedad en que viven. Es una categoría social impuesta sobre un cuerpo sexuado, permite denotar de la cultura y la construcción de identidades subjetivas de mujeres y hombres. El género es esencialmente una construcción social, no natural, que varía de un grupo social a otro y de una época a otra. Se construye mediante procesos sociales de comunicación y es trasmitido a través de formas sutiles durante los procesos de crianza y de educación. El sexo de una persona determina el estado de salud de la reproducción mientras que el género determina su salud y su bienestar.