Hombre, Ciencia y Tecnología ISSN: 1028-0871 Vol. 24, No. 2, abril-junio pp.73-82, 2020

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El reforzamiento de la capacidad científica ha sido establecido como una de las piezas claves del desarrollo sostenible. La Agenda 21 enfatiza la necesidad de “reforzar las bases científicas para llevar a cabo una gestión sostenible. ”

A lo que se añade en párrafos sucesivos que la “ …investigación necesita llegar a ser más pro-activa y centrarse en la prevención e identificación temprana de los problemas emergentes, así como en las oportunidades, más que en su actual enfoque en el que los problemas se afron tan una vez que se han agudizado. ”

Al tenor de esta exposición se plantea la pregunta, qué tipos de problemas son los más críticos para el desarrollo socio-económico sostenible y cómo la ciencia y sus resultados se pueden movilizar mejor para darles respuesta. Los retos que afronta la ciencia en la búsqueda de la sostenibilidad no son solamente de tipo técnico; así, los aspectos empíricos y de metodología científica son retos fundamentales en el logro de un mejor entendimiento de nuestro medio natural y de los sistemas complejos del planeta.

Los problemas sociales, económicos y ambientales, plantean a la ciencia y la sociedad problemas nuevos. El ideal de la ciencia libre de valores; la ingenua idea de que a partir de los hechos científicos es posible extraer conclusiones inapelables y de ellas deducir acciones y políticas incontestables, está en buena medida descartada. Ahora se admite que la ciencia y las políticas que en ella se asientan, se vinculan estrechamente con los valores que guían las decisiones; en muchos casos se carece de respuestas únicas y completas y en consecuencia, es preciso aprender a lidiar con la complejidad, la incertidumbre, el riesgo, González, (2008).

Ante todo, esto se plantea importantes cambios en la relación existente entre los problemas afrontados por la ciencia y las soluciones científicas que sean necesarias para el desarrollo socio-económico. Algunos de estos cambios son:

La ciencia no debe ofrecer el „beneficio ‟ de nuevos descubrimientos y aplicaciones, como un tipo de valor añadido para la inversión.

Cada vez más, los análisis se desarrollan con el fin de contribuir a respuestas políticas o tecnológicas. A este respecto, se puede hablar de una actividad científica diseñada con el fin de servir a los fines del desarrollo sostenible.

Sin embargo, esta “ciencia para la sostenibilidad ” tendría que ser una ciencia orientada a problemas, así como generadora de curiosidad o dirigida a un objetivo; dirigirse a los problemas claves para la sostenibilidad, sin considerar su capacidad para encontrar una solución tradicional. Estas cuestiones incluyen complejos y difíciles problemas, sin olvidar aquellos en los que el conocimiento está afectado por la incertidumbre, la ignorancia y el conflicto de valores.

Una de las implicaciones que se deducen es que dentro de las prioridades se debe analizar si los resultados científicos pueden contribuir efectivamente al desarrollo socio-económico sostenible.

Este desarrollo sustentable requiere de una democratización de la ciencia , una ciencia más humanista, más cuidadosa del medio ambiente, de más amplio acceso a diferentes grupos sociales y países, (Núñez, 2012); en suma, la ampliación de los seres humanos que participa y se beneficia del desarrollo científico y tecnológico y sus resultados, la contribución de la