Hombre, Ciencia y Tecnología ISSN: 1028-0871 Vol. 24, No. 1, enero-marzo pp.21-30, 2020

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Para la investigación se establecieron 10 transectos de 20 m de ancho por 1000 m de largo, dentro de la banda se marcaron 10 puntos, con una distancia de 100 m uno del otro y como requisito fundamental alejados del borde. En cada unidad de muestreo la identificación de las aves se realizó por observación directa y/o por el canto, en un periodo de 10 min en cada punto, utilizándose para la observación e identificación binoculares de 8x40 aumentos, marca Nikon Action, la multimedia Aves de Cuba y la guía de campo Aves de Cuba (Garrido y Kirkconnell, 2011).

La categoría de amenaza de las especies encontradas se determinó mediante revisión de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, 2019). Las aves contadas fueron agrupadas en órdenes y familias, en correspondencia con los criterios de la Lista de aves del norte y centro América de la AOU, Chesser et al ., (2019).

Análisis estadístico

Los datos se procesaron con el programa estadístico: Biodiversity Pro 2.0 para determinar los índices ecológicos.

Resultados y discusión

Estructura y composición de la comunidad de aves

Fueron contabilizadas un total de 36 especies de aves, (Tabla 1), que representan el 36% de las reportadas para la Reserva Ecológica por el MINAG 2014 y el 9,27% de las avistadas en Cuba según Lepage (2019). Se encontraron 9 endémicos para un 36% de las aves endémicas reportadas para Cuba. Acercándose al 41% que está declarado en el plan de manejo de la Reserva Ecológica de manera que en esta formación vegetal (bosque semideciduo micrófilo) se desarrollan y encuentran su hábitat una buena parte de las aves cubanas. Las especies encontradas se distribuyen en 27 géneros, uno de ellos, Teretistris , endémico de Cuba, 20 familias y 11 órdenes.

Valores similares de riqueza, en bosques semideciduos, han sido obtenidos en diferentes regiones de la isla, pudiendo citar Najasa a Berovides et al ., (1982), cordillera de Guaniguanico y Ciénaga de Zapata, González et al ., (1999), y Pérez, (2007), en la Península de Guanacabibes, entre otros. Coincidiendo con la revisión realizada por, Bencomo et al ., (2012), para zonas muy antropizadas, que van desde jardines botánicos, pasando por vegetación xerofítica, hasta bosques mono específicos, la riqueza total oscila entre 30 y 40 especies, mientras que para zonas que conservan cierta cobertura de bosque, la riqueza total varía entre 50 a 58 especies.

Este porcentaje de endemismo es similar al obtenido por Rodríguez, (2002), en Cayo Coco. Se puede notar por las cifras presentadas que el área estudiada representa un adecuado refugio para una parte considerable de la ornitofauna cubana, aspecto que vale analizar, tanto desde el punto de vista científico y conservacionista en las acciones de manejo que se ejecutan y se planifican, además presentando posibilidades para el turismo de naturaleza. Demostrando que las zonas que requieren mejor prospección para identificar la biodiversidad, tanto de fauna como de flora, son aquellas más alejadas de La Habana o centros turísticos, fundamentalmente las áreas orientales y occidentales, donde se concentran la mayor parte de las especies endémicas, Peris et al ., (1995).